La resistencia de los/as trabajadores/as de la estiba que estamos viviendo estos días nos lleva a recordar las luchas llevadas a cabo entre 1976 y 1986 por este colectivo, enmarcadas en las movilizaciones obreras autónomas de la Transición. Una vez más, recuperar la memoria y la experiencia de aquellos/as obreros/as que desde sus puestos de trabajo pelearon por una sociedad distinta, para que en el presente podamos seguir su ejemplo.
Inicio del conflicto y nacimiento de la Coordinadora
Como explican sus protagonistas “nacimos, pues, como siempre en el proceso de constitución de las tendencias autónomas, a raíz de las reivindicaciones concretas, que era como nosotros queríamos llegar a la contradicción total con el capital en aquel momento. Planteando reivindicaciones que nosotros pensábamos que el capital no podría satisfacer, se llegaría a una contradicción tal que lo podríamos poner en jaque y eliminarlo, simplemente, eso era lo que queríamos, queríamos hacer una revolución. A partir de aquellas reivindicaciones nuestras, que eran realmente pretenciosas, llegamos a una forma de organización asamblearia, autónoma, anticapitalista, de delegados revocables, sin liberados; cosas que pertenecían a toda esa teoría del área de la autonomía”. Así, en el año ́76 se inician una serie de movilizaciones en reclamación del aumento de las cotizaciones patronales, subidas salariales del 25% y la amnistía laboral, “Queríamos que todos los estibadores que habían sido despedidos, fuera por el motivo que fuese, volvieran al puerto. La mayoría de ellos había sido despedido por robo; uno lo había sido por pegar una puñalada a un patrón; otros lo fueron por broncas con patrones y acabar a puñetazos, otros por peleas entre ellos; pero nosotros creíamos que tenían que volver, también lo pusimos en las reivindicaciones. La lucha empezó así, con esas plataformas reivindicativas elaboradas en la asamblea”
Su acción unitaria, y la fuerza que les daba formar parte de un sector estratégico de gran importancia económica, les llevó a conseguir todas las reivindicaciones y a tener un poder real sobre sus condiciones de trabajo y las actividades del puerto: “podíamos decir que en el trabajo del puerto, prácticamente, mandábamos nosotros. Este era el gran reproche que nos hacía el patrón, que nosotros éramos los que mandábamos en el puerto, cosa que no nos parecía mal, después de que ellos habían mandado tanto tiempo”
La huelga y la solidaridad entre trabajadores/as
A partir del año 1979, comienzan a desarrollarse conflictos derivados de la aprobación de los convenios colectivos, la privatización de los puertos y la implantación de un Real Decreto del gobierno de UCD que empeoraba las condiciones de la estiba. La huelga se va extendiendo por todos los puertos y la muerte de la hija de un estibador atropellada en una manifestación de familiares, extiende y radicaliza la lucha, parando todos los puertos del país.
Uno de los aspectos a destacar es cómo los conflictos sacan lo mejor y lo peor del ser humano. Los/as huelguistas tuvieron que preocuparse no sólo de mantener viva una dura lucha y conseguir llevar dinero a su casa, sino de hacer frente a los/as esquiroles defendidos/as por la policía y las empresas.
Para lo primero, dieron muestra de una gran solidaridad cuando decidieron colectivizar el sueldo de los 2.300 trabajadores/as del puerto, para hacer frente a los gastos de huelguistas y despedidas: “Dada la naturaleza del trabajo de los estibadores, de carácter rotativo, cada día se trabaja para una empresa diferente, se trabaja a destajo y se cobra el salario diariamente, de manera que cada día es diferente, así que se decidió poner en común el jornal diario de cada uno para repartirlo entre todos. Cada día, al final de la jornada, un componente de cada “mano” (grupo de trabajo) iba a un barecito que hay en la Barceloneta y ponía todo el dinero ganado por el grupo encima de la mesa. Allí había dos compañeros que lo recogían y, a la mañana siguiente, repartían la cantidad decidida por la asamblea a cada estibador, para todos el mismo jornal, sin diferencia de categorías, incluidos despedidos y sancionados; de manera que nadie, a nivel económico, sufrió más que el que estuvo trabajando. “Nadie se pudo quejar en un año y medio que estuvieron despedidos porque sus condiciones, aparte de que no trabajaban, eran exactamente las mismas que las de los que estábamos trabajando. Del salario se reservaba una cantidad de dinero como caja de resistencia. Logramos acumular un fondo muy importante que nos permitía resistir mucho tiempo”.
Lo que más molestó al patrón fue que no tuviera ninguna repercusión el hecho de ser despedido o sancionado. Esa capacidad de organizarse y ser solidario hizo que el despido no supusiera ningún desgaste económico, pero que fuera tremendamente negativo para la patronal. Por medio de este sistema de salario socializado, los estibadores llegaron a acumular una gran cantidad de dinero. Empresas y Gobierno veían que con este sistema tenían mucha capacidad de resistencia a nivel económico”.
En cuanto al intento de Gobierno y patronal de reventar la huelga con el uso masivo de esquiroles, fue la fuerza y determinación lo que terminó haciendo inviable esa estrategia al no poder garantizarse ni la seguridad de los esquiroles ni su trabajo: la entrada al puerto se bloqueaba diariamente para impedir su entrada: “Donde los pillábamos había enfrentamientos muy serios; hubo gente muy malherida, de ellos y de nosotros, de ellos más porque nosotros estábamos mejor organizados; su defensa la tenían en la policía; pero claro, la policía trabaja con un horario, y había momentos en que se despistaban y era cuando aprovechábamos nosotros para arremeter contra los esquiroles. Cuando los dejaban en casa, la poli les decía adiós y nosotros estábamos en la esquina, antes de que llegaran a su casa y, claro, allí caían. Y cuando salían del hospital Pere Camps, adonde los habían llevado para curarlos, otro grupo de estibadores los estaba esperando para ver cómo habían quedado, en fin, la cosa fue muy fuerte”. Además, los pocos barcos cargados por esquiroles no eran descargados en los puertos de destino, extendiéndose la solidaridad a los países europeos.
La derrota
Siguiendo la senda del resto de luchas obreras, en el año ́82, con la llegada al PSOE al Gobierno y el inicio del proceso de reestructuración industrial, se da un declive de las fuerzas, motivado por una parte por el cansancio tras una larga pelea, y por otra por una deriva de burocratización y abandono del asamblearismo en la Coordinadora.
Toda la información y los extractos han sido sacados del texto de Nexo Autonomía La lucha en el Puerto de Barcelona, 1976-1986. Recomendamos la escucha del programa no 110 de Anábasis de RadioQK anabasis.radioqk.org